En los últimos años la obra de Julia se ha ido materializando generalmente con tejidos. La mayor parte de su trabajo es bidimensional y, aunque ha ido experimentando con pintura e imagen, siempre ha estado presente la referencia al objeto, lo que ha derivado en un acercamiento al volumen desde la materialidad.
Así, después de otros proyectos en los que explora contrastes entre materiales nobles y orgánicos con materiales más industriales y sintéticos, se plantea aprovechar la residencia para continuar esta experimentación. En este caso se fija en desechos plásticos propios del entorno como son las envolturas de las pacas de heno. Estas poseen unas características de color, degradado, textura y brillo que recuerdan al agua, motivo que se queda como centro de la instalación y desde el que surge la forma final de la intervención: una composición en algodón que recuerda a gotas. Esta forma final surge también de la voluntad de asegurar el menor impacto medioambiental posible, reservando los plásticos para otras futuras intervenciones en interior y manteniendo en el exterior elementos orgánicos.